Uno de los valores o fundamentos básicos de un equipo de fútbol es, además de poseer de una buena plantilla (tema aparte), salir siempre a los partidos con ganas de llevarse la victoria, con intensidad y garra desde el minuto 1 y durando hasta el 90 más el descuento. Y es que, muchas veces, un futbolista de una calidad media con intensidad es mejor que uno de alta calidad pero que sale arrastrando la camiseta por el césped del estadio.
Y eso es precisamente lo que hemos podido ver hacer en ocasiones al Sevilla FC. En unos encuentros, el equipo y cada uno de sus jugadores saltaban al terreno de juego con unas ganas de ir a por todas y comerse el balón que no sólo sorprendía a la afición, sino incluso a los propios futbolistas. Es el caso de partidos ante rivales que llaman la atención, como Real Madrid, al que ganamos tras una actuación sobresaliente; Barcelona, que como ya sabemos perdimos pero es indudable que gracias a la actuación de Mateu Lahoz; y Betis, este pasado fin de semana, consiguiendo un maravilloso resultado. Y todo, porque el equipo quiso y no hubo dejadez. Porque cada uno de los jugadores dijeron 'Somos el Sevilla y hay que dar la cara'.
Sin embargo, desgraciadamente no siempre ha sido así. No siempre nuestro Sevilla ha saltado al campo con esas ganas. No. Partidos como el de Vigo, donde caímos de manera totalmente merecida con una intervención penosa. O el de Zaragoza, otro choque que prácticamente parecía nuestro los primeros 20 minutos y, tras fallar una oportunidad clara, el encuentro se nos fue totalmente con dos goles en contra al descanso. No fueron los únicos. Hace muy poco, unos 10 días, perdíamos en San Mamés después de firmar 90 minutos para olvidar.
El caso es que ante Real Madrid, Barcelona y Betis, rivales a priori que dan un toque especial al partido, el equipo ha salido a darlo todo y así lo hemos podido comprobar. Pero luego, cuando se enfrenta a equipos que, en principio, son inferiores a nosotros, los jugadores, o no tienen ganas de jugar, o no quieren, o yo que sé.
Y es que no sólo es el rival, también el escenario. En nuestra casa somos un equipo que juega y le pone las cosas muy, muy complicadas al rival, escapándose pocos puntos de aquí; pero fuera, la mayoría de las veces parece que estamos viendo una plantilla totalmente diferente experta en regalarlos.
Irregularidad que se llama.
Ahora nos toca viajar al Calderón. Enfrentamiento a domicilio, pero atractivo sin lugar a dudas. Una combinación de los aspectos comentados antes.
A ver si entonces, de una vez por todas, aparece esa regularidad.
Irregularidad que se llama.
Ahora nos toca viajar al Calderón. Enfrentamiento a domicilio, pero atractivo sin lugar a dudas. Una combinación de los aspectos comentados antes.
A ver si entonces, de una vez por todas, aparece esa regularidad.
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