Reformas.

Termina el partido en Anoeta y como viene siendo costumbre en el Sevillismo, la decepción nos inunda a todos. Decepción por ver arrastrar la camiseta del Sevilla allá por donde vamos (y por desgracia, también en Nervión...). Porque lo peor de este equipo no es el horrible bagaje que tiene esta temporada, sino la preocupante falta de actitud y de rumbo. Con un equipo roto, que tiene que tirar de individualismos tan solo queda rezar para conseguir la salvación lo antes posible y aferrarse con todas la energía que nos queda a la Copa.

El fútbol es resultadista, empezábamos la temporada ante el  Getafe, y sin realizar un gran partido nos llevábamos los tres puntos que tanto se resisten últimamente. La afición pedía ver sobre el verde la casta y el coraje que siempre nos ha caracterizado y apareció en los partidos ante el Real Madrid y Barcelona. A partir de ahí, todo el camino ha sido cuesta abajo (con la excepción del derbi, donde una lógica intensidad tenía que aparecer para evitar el fin del mundo en clave sevillista). Nos hemos dejado puntos ante plantillas mediocres que cuando se ponían a funcionar como equipo nos mojaban la oreja (ha quedado plasmado hoy al igual que quedó plasmado contra el Levante, el Celta, el Valladolid o el Zaragoza). ¿Culpa de los jugadores? Por supuesto que sí. Desagradecidos de tal calaña que no son capaces de jugar 90 minutos en condiciones cada siete días mientras que otros habitantes de este país con menos suerte andan rebuscando en los cubos de basura. Pero no, el entrenador tampoco se escapa, y no sólo porque ya no acierte ni en los cambios, sino porque no tiene los c…, perdón,  la 'madurez' para admitir que se equivoca y que no todo lo que hace es perfecto. Él solo sabe dar juego a sus amigos periodistas, reír las gracias y poner excusas una vez que se acomoda en la silla de la sala de prensa. Parece que no se puede tener una situación más catastrófica, pero esperad, que ahora viene lo mejor.
 

Resulta también que la única pieza que nunca fallaba en este puzle tan grande que es un club de fútbol, la afición, ahora no está. Y no, no es que Biris Norte sea el 100% de la afición, pero ellos son el cerebro del Sánchez-Pizjuán y son los encargados de animar el cotarro y hacer que niños y personas mayores no se sientan solos al cantar y que se atrevan a dejarse la garganta por su equipo. Pero claro, ni directiva ni altos cargos del colectivo tienen las neuronas como para sentarse en una mesa y arreglar esto. Un egoísmo que hace que los jugadores tengan el 'placer' de jugar bajo la serenidad de una noche con el canto de los grillos.

En fin, que creo que ya está bien de calentarse más la cabeza y por suerte el año en lo futbolístico ha acabado y atrás dejamos la eliminación de Copa ante el Valencia, goleada en Getafe, la marcha de un pilar como Kanouté o esta mala racha teniendo en mente que no se puede hacer peor. El parón navideño nos va a dejar tomar aire y nos permitirá acometer una serie de reformas que vienen haciendo falta desde años atrás. Navidad, ni siquiera dos semanas sin fútbol, pues ese es el tiempo que el Sevilla tiene para buscar un entrenador nuevo, que sienta los colores y sepa transmitirle a sus jugadores la garra y la responsabilidad que supone llevar ese escudo en la camiseta, para hacer que la plantilla piense de forma diferente y se pueda cumplir cuanto antes el objetivo de la permanencia, con buenos partidos que nos permitan mantener una moral elevada para afrontar con más ganas que nunca las eliminatorias coperas, que sepa lo que hace y no cambie a los porteros azarosamente de una jornada a otra y exprima al máximo su materia prima. Y sobre todo para dejarse de cuentos de niños chicos, escuchar a la afición y hacer que el Ramón Sánchez-Pizjuán vuelva a ser el templo del fútbol que siempre ha sido. Claro que todo esto suena utópico, pero quedan muchas horas para olvidar cosas hasta el próximo partido y tener un 2013 que de una vez por todas nos enseñe el camino a la élite del fútbol europeo de la que salimos por una desastrosa gestión económica.

Una vez pasemos estas semanas de reformas se abrirá el mercado invernal y las afrontaremos sin un duro… Por eso, aquí está la clave de todo esto, es hora de abrir las puertas a la gente joven que tiene ganas de comerse el mundo, de disfrutar jugando al fútbol más que nadie y jugar ante los mejores equipos del continente. La cantera será clave en todo este proceso y para ello se necesita a un entrenador que la conozca muy bien para poder hacer que jugadores como Alberto Moreno, Jozabed o Rabello sean pilares de nuestro equipo en un futuro no muy lejano. 

Quedan dos semanas y probablemente poco de lo que aquí ha quedado escrito vaya a ocurrir, pero empecemos a rezar para que estas reformas se produzcan de una maldita vez.

Escrito por: @Antamavil