Por mucho que nos hiciéramos a la idea, por mucho que se viniera venir, leer y escuchar que Jesús Navas deja de ser jugador del Sevilla FC es duro y triste. Bastante.
Se marcha nuestro Duende, el chaval de Los Palacios, ese jugador del que siempre pensábamos que la única camiseta que iba a vestir era la nuestra, que desde su comienzo hasta el final lo veríamos aquí, que se retiraría en nuestro Sevilla. No va a ser así.
Deja atrás un total de 10 temporadas, 393 partidos, dos Copas de la UEFA, dos Copas del Rey, una Supercopa de España, una Supercopa de Europa, una Eurocopa, un Mundial...
Su destino, el Manchester City. Ni un club ni otro han especificado las cifras de su salida, pero ya digo que todo lo que sea bajar de los 30 millones me parecería una mala venta.
Se va un mito, un símbolo del Sevillismo. Con su marcha y la de Andrés Palop termina aquella generación de jugadores que vivieron y nos dieron la magnífica y brillante etapa de los seis títulos. Ya no queda ni uno. Toca empezar de cero.
Jamás olvidaremos algunas de sus actuaciones, como el gol que terminó matando al Atlético de Madrid en la final de Copa de 2010, o aquella asistencia a la frontal del área que Antonio Puerta acabó convirtiendo en gol, en El Gol que nos cambió la vida.
Otra despedida. Otra amarga despedida.
Los aficionados del City disfrutarán con Navas, no me cabe la más mínima duda.
Mucha suerte Jesús, mereces lo mejor.
Y gracias, gracias por hacernos disfrutar con cada carrera por la banda, con cada jugada, con cada asistencia al área, con cada gol. Gracias, mil gracias por todo.
Ojalá te veamos pronto por aquí.
. Y gracias, gracias por hacernos disfrutar con cada carrera por la banda, con cada jugada, con cada asistencia al área, con cada gol. Gracias, mil gracias por todo.
Ojalá te veamos pronto por aquí.
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