Como ya todos sabemos, en la noche de este martes se disputó en el Cardiff City Stadium la Supercopa de Europa entre el Real Madrid y el Sevilla FC. Cosa que para jugarla, una de dos, o has ganado previamente la Champions o has logrado levantar la Europa League. Y nuestro equipo ahí estaba.
Del partido, bueno, es cierto que esperaba más del Sevilla. No sé si es que nos ilusionamos demasiado a lo largo de la pretemporada, en la que fuimos de menos a más. No tengo ni idea. El caso es que el equipo no rindió al nivel esperado. Y ojo, mal no jugamos.
Foto: SFC
Faltó más rapidez en los contragolpes, nuestra verdadera arma en un partido como este. También, más precisión a la hora de los pases, dónde subrayo a Denis Suárez quién, a pesar de no estar fino en esta faceta, fue uno de los destacados de todos los nuestros, junto a Fazio, el mejor. Y, aunque no tuvimos demasiadas oportunidades, más efectividad en el balón parado. Pero esto ya es pedir demasiado, creo. En general, y es cierto que es un partido extraño por la fecha en la que se disputa, no vi a los míos como esperaba. E insisto, no lo hicimos mal, plantamos cara, pero se echó en falta esa intensidad que pudimos ver, sobre todo, en los últimos instantes del choque.
Que el Real Madrid fue superior es algo muy obvio. Más posesión, más oportunidades, mejor juego. Y, en parte, es lógico. Lo raro sería que no ganaran títulos con la cantidad de millones que invierten en su plantilla. Como dato, el once titular del conjunto blanco estaba en más de 400 millones. El del Sevilla valía unos 30. A pesar de todo creo que al rival no le fue fácil ganar en Cardiff, no se trató de un baño como algunos medios nacionales se atreven a calificar. Fueron mejores, sí. Nos dieron un repaso, no. Estuvo competido.
Lo que vale es lo que ocurre en el campo. Sin embargo, no voy a dejar de apuntar la goleada que le dieron en la grada los más de 3.000 sevillistas desplazados a los 2.700 madridistas que viajaron a Gales. En todo momento sólo se oían a los nuestros, a los de rojo. Siempre, con el 0-0, con el 1-0 y con el 2-0. Incluso una vez terminado el encuentro. Ahí seguían, fieles a los suyos. El resultado es inamovible, pero esto es un orgullo para nosotros.
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Para ir terminando, desear mucha suerte a Alberto Moreno, canterano que pone rumbo a tierras inglesas para jugar las próximas temporadas en el Liverpool, dejando unos 17 millones de euros en las arcas sevillistas, más variables. La operación se cerró minutos antes de la final, no fue convocado y se despidió entre lágrimas a la conclusión del partido. Agradecerle su casta con la que ha defendido siempre la camiseta del Sevilla FC. Con esta salida el club aún debe hacer, mínimo, dos fichajes más (serán tres seguramente): un lateral izquierdo y el mediocentro creativo. Espero y deseo que sean de garantías tras la recaudación.
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Es hora de pasar página y pensar en el futuro, y el inmediato nos presenta el Trofeo Carranza de este fin de semana y, en diez días, el arranque de la Liga, la que nos da de comer y nos mantiene ahí. El balón empezará a rodar en nuestra casa ante el Valencia (en Mestalla respiran aliviados, no tienen que hacernos el pasillo).
Hay que iniciarla con buen pie.
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