Quién me lo iba a decir. Quién nos lo iba a decir a nosotros, a los sevillistas. ¿Quién?
En una temporada en la que te desprendes de tus dos estrellas como lo eran Jesús Navas y Álvaro Negredo, en una campaña en la que llegan hasta ¡14! caras nuevas a la plantilla, en un año en el que a la mitad de este se produce un cambio de presidente y lo que todo ello supone... Entonces es cuando el Sevilla FC ha vuelto a responder.
Y lo ha hecho, como no podía ser de otra forma, sufriendo. Sufriendo hasta quedarnos sin uñas que comer, sufriendo hasta volvernos locos, sufriendo hasta acabar llorando. Pero llorando de alegría, de una inmensa alegría, de algo que hay que vivir para poder explicarlo, y que incluso viviéndolo se hace difícil de contar.
Foto: sevillafc.es
Ningún equipo, ni mi Sevilla ni el Benfica, fue capaz de perforar la portería contraria en los más de 120 minutos de juego que se disputaron. 120 minutos agónicos, intensos, atentos a cualquier jugada, pendientes a cada caída en el área, agradeciendo cada error del rival y, a la vez, lamentándonos de los nuestros. A veces el reloj corría demasiado y en otras ocasiones el tiempo parecía pararse. Durante un tiempo el Sevilla controlaba el partido pero en otros momentos el Benfica nos metía atrás.
Y así llegamos a lo que la gran mayoría no hubiese querido llegar. A un momento que podemos resumir en una palabra: esperanza. Esperanza en cada lanzamiento del Benfica, esperando que Beto ocupase toda la portería. Esperanza en los disparos del Sevilla, rezando para que, por favor, esa pelota acabase dentro. Unos lo miraron, otros prefirieron no hacerlo y esperar la respuesta del público, sea cuál fuese esta.
Entonces fue cuando el espíritu que se hallaba enterrado en Glasgow voló desde la nación escocesa hasta la ciudad italiana, para que el colombiano Bacca se convirtiese en Frederic Kanouté, para que M'Bia o incluso Coke se metiesen en la piel de Ivica Dragutinovic, para que Gameiro se acordara de Antonio Puerta y, sobre todo, para que Beto se disfrazase de Andrés Palop. Poco a poco, penalti a penalti, íbamos rozando con la punta de los dedos la Copa, hasta llegar a tocarla y sentirla.
Es nuestra. Esta también se va para Sevilla.
Foto: sevillafc.es
Por tercera vez en ocho años el equipo más laureado de Andalucía levantaba al cielo el título de la Europa League. Somos tricampeones, algo que sólo está al alcance de grandes como el Liverpool, la Juventus o el Inter.
Una competicion tan larga (desde el 1 de agosto) como sufrida (Oporto, Valencia, Benfica...). Eso sí, tanto sufrir al final merece la pena si acabas llegando lo más lejos posible, si ves a tu equipo campeón de Europa, si ves a tus jugadores llorar por este escudo.
Foto: elmundo.es
Gracias a todos. A Unai, a Monchi, a Pepe Castro, a José María del Nido, al cuerpo técnico, a los jugadores y, por supuesto, a la afición, al Sevillismo que como loco se plantó en Turín y volvieron a divisar a un Sevilla campeón.
Gracias, y mil veces gracias.
Somos grandes.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Escriba su comentario sin insultos ni provocaciones, por favor.
Gracias por participar.